7. CRÓNICA DE LA CAMINATA. 4 DE JUNIO DE 2005.
CRÓNICA DE LA ÚLTIMA CAMINATA. 4 DE JUNIO DE 2005.
Antes de realizar esta crónica, debería empezarse por definir dos términos utilizados en esta última marcha y que sería conveniente aclarar, a saber:
Carrancio: Dícese del bichillo que se agarra a la piel de ovejas y perros y es muy difícil de soltar.
Desencajada: Dícese de la persona que se bambolea al andar, o que parece que no tiene todos los huesos de su cuerpo en el sitio que les corresponden, y caminan contoneándose o cambando las patas como si se fueran a desarmar en un momento dado.
Dicho esto, pasemos a comentar lo que dio de sí la jornada. Para empezar, habría que decir que estabamos deseando conocer si después de la última caminata (Pajonales_La Aldea) se había concretado o no, la fecha del enlace matrimonial entre Alicia y Alfredo dada las buenas perspectivas que se tenían entre mano según lo oído en la guagua en la vuelta a casa desde La Aldea, y si por fin la compañera Sonia había inscrito en el libro Guiness de los Records el número de paradas para coger “aire” realizadas por la guagua en la travesía de La Aldea-Agaete.
Tanto una cosa como la otra no ha sido posible averiguar dado que los personajes relacionados con aquellas no han podido asistir a ésta última caminata del curso 04-05.
Esta última caminata estaba previsto que fuera desde La Degollada de Las Palomas hasta Agaete, pasando por Artenara, de 7 horas de duración, pero dado el cansancio acumulado del personal de anteriores caminatas, se optó por hacer solamente desde Artenara hasta Agaete.
Como siempre, nos vemos en la parada de San Telmo a las 8 de la mañana del día 4 de junio. Estaban presente las siguientes personas (ovejas y perros): Ana, Gloria, Pilar, María Jesús, Manolo, Pedro, Felix, Tomás, Roque, Antonio, José Manuel y José Alberto. Por cierto éstos dos últimos no habían venido a ninguna caminata del presente curso escolar, pero, claro, siempre se apunta a la última, dado que al final hay comilona y baño garantizado en Agaete. El cuerpo humano es muy débil.
Antes de salir, comentaba Pilar que ella prefería hacer la ruta mas larga, o sea desde la Degollada de Las Palomas hasta Agaete, que se había acostado a las 2 de la mañana pero que estaba dispuesta a realizarla sin problemas.
Por el camino recogimos a Margarito, a la altura del Jardín Canario. Que por cierto tuvimos que esperar un cuarto de hora por el amigo, dado que lo llamamos a su casa, dada la extrañeza de no estar en la parada prevista para recogerlo, y al amigo se le había pegado las sábanas y estaba tomándose un café en ese momento. Posteriormente se incorporó a la guagua de forma rauda y veloz como si tal podenco de cuatro patas se tratara. Digo esto, lo de podenco, no por ofender, sino más bien como presagio de lo que iba a suceder posteriormente.
A las 9 horas nos encontramos en San Mateo, comprando el pan, queso, fruta, frutos secos, cigarros, agua, polvorones, etc... creo que más que caminar a lo que vamos es a comer caminando, dado que saliendo del mercadillo, el amigo Felix se estaba “jincando” un bocadillo de queso, mientras el resto del personal estaba reponiendo fuerzas ( tapas de pata de cerdo y de ropavieja, bocadillos de pata de cerdo, etc...), fuerzas que se “habian gastado” durante la travesía en guagua de San Telmo a San Mateo. A las 9,45 se parte de San Mateo hacia Artenara. Por cierto alguno de los caminantes, creo que fué Tomás, se llevaba sin darse cuenta entre sus polvorones un cenicero del bar donde habíamos desayunado. Que verguenza.
A las 10, 30 horas llegamos a Artenara. El pueblo donde se encuentra empadronado Margarito para no pagar muchos impuestos y para cuando le pongan alguna multa de tráfico no la pueda cobrar ni Dios. El cielo estaba completamente despejado, quizás con alguna densa calima a lo lejos, que solamente permitía ver la punta del pico Teide, la montaña de mayor altura de Venezuela. El sol comenzaba a castigar un poquito el cuerpo. Comenzamos a caminar, se abarruntaba un tramo final caluroso.
Se partió desde el parque–jardín–piscina–estanque de Artenara denominado Paseo de Taifa y Candil, vigilado desde lo alto por el monumento-estatua del Sagrado Corazón, que al verlo, alguno creía que se encontraba en Río de Janeiro y otro decía de forma irreverente que el color blanco del Sagrado Corazón era porque no iba a la playa.
Nos dirigimos de forma descendente hacia la zona de Las Cuevas, donde pudimos ver un nuevo diseño de Cueva-Duplex muy original, de nominado “La Esterilla”, o sea, una cueva de dos pisos, si , sí , una cueva partida en dos a través de un techo que echaron a la mitad, destrozando casi seguro el interior de la misma, que juraría a decir que posiblemente fuera una vivienda aborigen.
Seguimos bajando y nos encontramos que Alfonso Saavedra (gran musicólogo local) y su familia estaban cogiendo papas. Después de un breve saludo, y aclararle al amigo Alfonso que los trece componentes de la caminata no venían a coger papas, seguimos la marcha. Por cierto, las papas de este amigo son de las que mejor he comido en muchos años. Quien esté interesado en comprar algún saco que lo comunique.
Comenzamos a realizar una pequeña subida a través de la pista asfaltada, en dirección a Coruña, comprobando que en una de las puertas de un garaje se encontraba un tablón de anuncios con la información de actividades sociales y culturales del municipio, estando entre estas, una que llamo la atención, que se denominaba “La Noche del Hombre Arteniense” y se refería a la visita a la capital de los hombres del pueblo para realizar una comida en un restaurante, echarse unas copitas en una discoteca y luego, etc... , parecía poco menos que La noche del Hombre Lobo.
A la media hora de haber comenzado la caminata, llegamos a la carretera que se dirigía a Coruña y Lugarejo. En los alrededores se contemplaban las laderas y montañas cercanas llenas de pasto para ovejas y otros animales. En esta parada, la compañera Ana y Margarito achicaron peso de su mochila, dando cuenta de sus respectivas naranjas. Un grupo de compañeros tuvimos que entrar en boxes, ya que las botas de José Manuel, que fueron compradas hace ya algunos años a un marroquí en el Rastro de Madrid, estaban con las suelas algo desgastadas. El compañero Tomás “Michelín” sacó una cinta de embalar y recauchutó como pudo las botas mencionadas. El amigo José Manuel parecía que en vez de tener botas, tenía por zapatos dos chupachups envueltos en papel de caramelo.
Al poco tiempo nos desviamos de la carretera por su parte derecha hacia Lugarejo y antes de comenzar a bajar, hizimos una pequeña parada para contemplar el paisaje seco, el aire algo caluroso pero se podía aguantar. El compañero Felix aprovecha la ocasión y se jinca un segundo bocadillo de queso. El resto del personal aprovecha la ocasión para quitarse algo de peso de la mochila y trasladarlo al interior del cuerpo. Solamente llevabamos transcurrido aproximadamente unos 45 minutos y ya se estaba comiendo.
Habría que decir que la compañera Gloria estaba sentada en el suelo junto a los pastos, al filo de la bajada, e inmediatamente se levantó y se puso sobre una piedra, pues tenía la impresión que algo le había picado. ¿ Será alguna premonición ?.
Iniciamos la bajada hacia el barranco de Lugarejo, ascendiendo luego en dirección hacia la montaña que separa éste del Barranco Hondo de abajo. Como siempre hay un grupo de montañeros que van de avanzadilla, entre los que habría que resaltar el compañero Margarito, que llegaron raudos y veloces a la Degollada de lo alto de la montaña y optaron por la línea recta para llegar al bar que se encuentra en la presa de Los Pérez, El resto de los caminantes optaron por seguir el camino real que era más largo, pero mas cómodo.