6. Roque y Antonio.
Roque y Antonio.
El pasado jueves, dos de mayo de 2002 nos dimos una escapada más a la Gran Canaria y van… Sucede que el día tres de Mayo fue festivo en nuestra capital por celebrarse la fiesta de la Cruz y aprovechamos esa circunstancia para disfrutar de un amplio fin de semana en esa Isla en la cual contamos con grandes amigos.
Uno de ellos, Roque, posee una espaciosa y cómoda casa en la playa de Dos Roques en la costa del municipio de Galdar la cual me ha ofrecido en varias ocasiones y como quiera que para estas fechas la tenía desocupada decidí tomarle la palabra y trasladar provisionalmente nuestros reales a ese lugar con la certeza de poder pasar allí unos días plenos de contenido como así fue.
En esta ocasión el equipo de los “chichas” estuvo compuesto por Olivia, Adrián, Pedro, Enrique, Germán, Santos y yo. Aunque viajaríamos algo estrechos nos convenía llevar un solo coche y así, en el sufrido Mitsubishi del Güimarero, nos embarcamos en el Bentayga Exprés que salió para la Isla Redonda a las siete de la tarde del citado jueves y que “por motivos técnicos” (léase mar movida) hizo su entrada en un lloviznoso Agaete con casi 30 minutos de retraso.
Los días previos al viaje habíamos tenido en las islas un tiempo casi veraniego con altas temperaturas que nos permitía suponer que disfrutaríamos de una grata estancia en la casa de la playa bañándonos en esa piscina natural a la que se asoma y refleja, pues está a escasos metros de ella. Pues bien, se ve que venia con nosotros el mal tiempo y al llegar a nuestra eventual morada encontramos como un fuerte oleaje batía la costa formando una ancha faja de espuma mientras un racheado viento y un cortante frío nos auguraban pocos o ningún baño en la mar salada.
En Dos Roques nos esperaba un tercero y señor que nos hizo los honores y a quién le pedimos su opinión sobre por donde caminar mañana viernes decidiéndose que en atención de aquellos que no la conocían, haríamos la ruta del Barranco de Los Cernícalos por ser una de las más interesantes que se pueden hacer en la Isla.
Entre buchito y buchito compartimos velada con Roque quién se despediría pronto pues mañana tiene que “currar” (agua y ajo) y nosotros nos retiramos a descansar pues mañana tenemos que senderear, que es otra manera mucho más placentera de matar el tiempo. En general dormimos mal y durante la noche oímos llover.
Viernes 3 de mayo de 2002: De la caldera de los Marteles a Arenales.
Antes de las siete estabamos de pie y tras un aceptable desayuno salimos a las 7,45 por la autovía hacia Las Palmas, sufriendo algunas retenciones por San Andrés y mas tarde debemos anotar que nuestro modesto furgón, a pesar de ir “cargado” adelantó nada menos que a todo un orgulloso “Porsche”.
Con mas o menos dificultad pasamos la avenida marítima y accedemos a Telde por una vistosa avenida. Ya en el casco urbano nos acercamos a su mercado y tratamos con dos taxis para que nos dejaran a la vera de la Caldera de Los Marteles, previo paso por Los Arenales, en la salida del Barranco de Los Cernícalos, para dejar nuestro coche en ese punto por donde deberíamos finalizar nuestro paseo de hoy.
Dejando atrás Lomo Magullo, Las Breñas y Cazadores llegamos a la degollada de Los Marteles (1.510 m.s.n.m.) de gran valor paisajístico y cultural y que está situada en el límite de las jurisdicciones de Valsequillo, Telde e Ingenio, muy cerca del barranco de Guayadeque. De forma elíptica es un gran cráter de explosión y ella y toda su zona limítrofe en general está declarada Reserva Natural Especial.
Son las 10 de una fría mañana en la que una abundante y persistente neblina se había adueñado casi por completo del paisaje. Mal día para nuestro proyecto pero había que intentarlo y a fe que lo intentamos ya que le echamos “morro” al asunto.
Nuestro paseo de hoy, que de llevarse a cabo, debería haber transcurrido en su totalidad dentro del municipio de Telde, se vio alterado por los “elementos” por lo que entramos y salimos al vecino de Valsequillo como se verá.
De entrada me equivoqué y pretendí bajar por la pista que va a Tentiniguada, pero Germán advierte el error por lo que retrocedemos para entrar por otra pista unos 500 m. a la derecha con una cadena que impide el paso de vehículos. Seguimos esta pista que pronto llega a una torre de alta tensión, muy cerca de un tanque de agua.
La falta de visibilidad condiciona nuestros recuerdos y en lugar de bajar por aquí mismo al fondo del barranco como después nos dijeran, seguimos la pista que rodea su cabecera hasta que nos confesamos irremisiblemente extraviados. Es una lastima que un itinerario tan concurrido no tenga ni un solo cartel, ni una tenue marca de pintura, ni una simple pirámide o mojón de piedras que ayuden al caminante. Reciba un cero patatero el correspondiente servicio del Cabildo Insular
Un ondulante mar de florecidas y endémicas retamas amarillas nos rodea casi por completo componiendo una bellísima estampa, un autentico escándalo verde y oro que ni siquiera la intensa neblina acierta a disimular y que nosotros, aún inmersos en una continua y desesperada búsqueda, no podemos dejar de admirar.
Pero la cordura se impone y dando media vuelta continuamos nuestro avance hasta llegar de nuevo a la carretera donde paramos algunos coches en busca de más puntual información que nadie acertó a darnos. Incluso nos acercamos a una espaciosa casa granja en busca de ayuda pero estaba solitaria, salvo algunos perros
Ya no nos queda otra alternativa que cambiar de ruta y así volvimos a la pista por mi iniciada para seguirla un rato hasta que accedemos a la entrada del sendero que llega hasta el Rincón de Valsequillo, hacia donde nos encaminamos soportando una pertinaz llovizna que nos va a incordiar durante casi todo el recorrido de hoy.
Es una lastima que no podamos contemplar desde nuestra privilegiada posición y en toda su magnitud el circo - caldera de Tentiniguada por el que hoy vamos a descender pues la demarcación de Valsequillo está constituida por un extenso circo rodeado de altas paredes y escarpadas montañas (de las Arenas, Montañón, de los Cardos, etc.) que forman una pared abrupta con un desnivel de más de 600 m. de la que sobresalen los singulares roques de Tentiniguada y del Saucillo.
De todas formas el vistoso sendero real por el que descendemos atraviesa un auténtico jardín en flor en el que destacan, además de las retamas, las elegantes y altivas cañahejas, los tajinastes azules que forman macizos, las magarzas, etc. y tan pronto accedemos al caserío del Rincón, nos salen al paso algunos frutales como guinderos, almendros, nispereros, manzanos, duraznos, castaños, naranjos, ciruelos y otros que componen un bucólico paisaje rural pleno de colorido y verdor
A la 13.45 atravesamos sus calle y en una de ellas que está en reparación y con un gran socavón nos sale al paso un joven lugareño con una evidente minusvalía psíquica que, y al parecer portando un gran cuchillo, nos invita “amablemente” a que demos la vuelta. Ya lo habíamos rebasado y no le hicimos ni p… caso.
Carretera adelante son las 14,20 cuando llegamos a Tentiniguada y nos apetece parar en el Bar Las Cañas para tomar algo caliente, ya que lo más barato que es el sol, brilla por su ausencia y además estamos mojados y algo ateridos. Nada que no pueda remediar unos potajes y unas sopas y que nos reconcilian con la humanidad y ya son las 15,35 cuando dejamos el lugar para proseguir nuestro camino.
Debemos seguir por la carretera un largo trecho pero tan pronto encontramos una pista de tierra que avanza en la dirección deseada, continuamos por ella para marchar después un corto trecho campo a través para salir de nuevo a la carretera hasta que llegamos, 50 minutos después de la salida, al caserío de Las Vegas.
Éste es nuestro siguiente punto de referencia. Buscado y hallado el Bar La Culata II y una vez oído a su amable dueño, seguimos por la calle La Suertecilla (todas estas calles tienen simbólicos nombres en unos azulejos con dibujo de almendros) y ya caminamos por una estrecha cintas asfaltada que nos ha de conducir hasta donde reposa nuestro coche, allá en Los Arenales de Telde.
Atravesamos un atractivo medio rural con inéditas (para nosotros) vistas que nos hace sentir que estamos muy lejos de nuestro propio entorno, como si estuviéramos de viaje por otro país. En todo el día no hemos visto a ningún extranjero por estos hermosos caminos y son escasos los coches y personas con las que nos cruzamos.
Por fin y tras superar una degollada descendemos hacia la desembocadura del barranco de Los Cernícalos y recuperamos nuestro fotingo. Son las 17,35 y ya damos por finalizado el paseo de hoy, un variado y magnífico paseo de más de seis horas en las cuales hemos recorrido unos 16 km.
Solo resta desandar el camino hacia nuestra circunstancial guarida que sigue con un tiempo desapacible por lo que tampoco hoy habrá baño marino. Nos aseamos y preparamos una frugal cena ya que a nuestro cocinero oficial le duelo el coco y apenas hace acto de presencia en la cocina. En eso estamos cuando aparece nuestro casero, Roque, por si nos apetecía salir a cenar pero el equipo no está por la labor.
Trae la carne y el vino del tenderete que ha organizado para mañana y se queda un rato charlando con nosotros. Santos se le queja diciéndole: En ésta Isla siempre está lloviendo. Cuando se marcha nos emplaza para vernos mañana en Galdar al objeto de hacer una ruta sobre los altos de Agaete con la finalidad de no alejarnos mucho de la zona y dedicar mas tiempo al asadero previsto.
Nos vamos a mumú y esta noche dormimos más y mejor, pero menos que mañana.
Sábado, 4 de mayo de 2002 : Barranco de los Cernícalos.
Tras el desayuno de rigor salimos a escape para Galdar y logramos llegar antes de las 8,30 teniendo el placer de saludar de nuevo a algunos de nuestros habituales amigos como Paula, Dulce, Isabel (*), Sergio, Tomás, Leonardo (*), Juan Miguel (*) y Octavio, además de los magníficos guías Antonio y Roque con los que íbamos a compartir hoy, además de sendero, playa, mesa y mantel. (*) nuevos.
Al saber nuestros amigos el fracaso de ayer, lejos de reírse como cualquier mal pensado esperaría, decidieron alterar sus planes y hacer hoy el paseo fallido para lo cual repetimos el itinerario hasta Los Arenales en donde dejamos el coche de Germán para seguir con otros tres hasta la Caldera de Los Marteles. Pero el “civil” propone y la “guardia” dispone: antes de llegar a Cazadores nos impidieron el paso ya que se iba a realizar una carrera de coches. ¡Pues vaya una jeringa, Vd.¡
Todo parecía indicar que hoy tampoco habría “Cernícalos” pero Antonio cambió rápidamente el “chip” y decidió que lo haríamos pero desde abajo y retornando al superar la última cascada. Dicho y hecho: Todos los coches se llevaron hasta Los Arenales y a las 10,35 iniciamos la subida de este atractivo barranco.
Al principio el camino está algo descuidado y discurre por el fondo, entre las piedras sueltas del barranco y como siempre sin señales algunas. En ocasiones aparecen dos o más senderos que se unen mas arriba y con frecuencia debemos avanzar agachados o esquivando las ramas de arboles, arbustos o cañaverales. Este lugar lo cogemos en Tenerife y lo mimaríamos pues en verdad que resulta de una soberbia belleza con infinidad de sauces y bosquetes de acebuches. El agua que discurre por el cauce le añade un inusual atractivo sobre todo cuando salva los desniveles del terreno formando espumosas cascadas y límpidos charcos en los que, de no ser por el frío ambiente reinante, apetecería un refrescante chapuzón.
En una estrechez del cauce aparece una placa en memoria de una alemana aquí fallecida. En el mismo lugar nuestros amigos fueron involuntarios testigos de otro feo accidente lo cual resulta inexplicable por no resultar especialmente peligroso.
Llegamos a la primera cascada importante, para mí la más atractiva y a las 12,45 llegamos a la segunda que resulta un curioso caboco de complicado acceso y lisas paredes. Normalmente los visitantes se dan aquí ya la vuelta hacia Arenales, salvo aquellos más atrevidos y avezados que, retroceden un poco y prosiguen la subida, casi escalando por un resbaladizo y estropeado senderillo que trepa a la derecha para ganar altura y salir por la caldera de los Marteles, quizás la parte mas vistosa y atractiva del paseo por su espectacular flora que en estos días esta en su plenitud.
Nosotros no deberíamos seguir subiendo por carecer de vehículos arriba, pero el amigo Antonio sabe más que su tocayo de Nebrija y recuerda que hace 20 años hizo su primer entrada a los Cernícalos bajando un sendero por la ladera que está a nuestra derecha y que conecta con la pista de tierra que viene de Las Haciendas, en el vecino municipio de Valsequillo, justo por donde nosotros pasáramos ayer.
Pues nada, a subir tocan. El sendero resulta entretenido y no muy pesado pues culebrea por una ladera con variada vegetación que nos distrae de nuestras penas.
A las 13,45 accedemos a la pista en donde entablo conversación con una pareja que viene desde las citadas Haciendas. Nos intercambiamos direcciones para futuros y posibles encuentros (la suya Jose María Muñoz tfno.928371646-Las Palmas) y ellos continúan su paseo. Nosotros nos sentamos al borde de la pista para comer algo y disfrutar del paisaje desde nuestra privilegiada posición. Frente nuestro vemos un amplio tramo del Rally de coches, culpable de nuestra fallida subida a los Marteles
A las 14,25, una vez concluido el frugal refrigerio, proseguimos la marcha por la pista y que, como no aguantamos los rayos de la leche, acortaremos un par de veces. Llegamos a la degollada que mira el valle de Valsequillo y se busca un posible camino para salir directo sobre los coches por la loma que separa Arenales (Telde) de Las Vegas (Valsequillo) pero de haberlo, su poco o nulo uso lo ha difuminado y tras una fallida intentona de Antonio desistimos .
Aún así, tres de los “chichas”: Adrián, Enrique y Pedro harán con éxito ese recorrido y el resto nos aprestamos a descender al Valle siguiendo la pista de tierra y que, como no, dejamos a las primeras de cambio adentrándonos en una antigua finca de almendros que tiene a sus pies las soberbias instalaciones del antiguo Destacamento Militar de Reproducción Caballar, hoy la hacienda de Don Emilio que, aún a pesar de su aparente descuidada atención, tiene un aspecto magnifico.
Nuestra idea es avanzar hacia la derecha pegados al risco para no bajar a la carretera que aparece en el llano ya que el asfalto y el senderista no hacen buenas migas. Cruzamos antiguos canteros y el grupo se vuelve a dividir: Roque y Germán van a seguir a la vera del risco y el resto bajamos algo hasta unas casas que se ven cercanas. Paula, Tomás, Antonio y yo cruzamos por medio de una de ellas en la que se está celebrando un tenderete y los ocho restantes, que se habían quedado algo retrasados, no nos ven y siguen hasta el asfalto cruzando el barranco.
Ya en el asfalto, Tomás se une a los que van por el risco y el resto nos reagrupamos para continuar por el asfalto, previo asalto a un incauto naranjo de dulces frutos. A las 4,35 llegamos a donde los coches y nos acercamos al semi-público bar El Drago (928.573.146) al parecer regentado por antiguos “chapuceros mecánicos” que atienden solo por encargo, generalmente a “guiris” pero que nos hacen la merced de vendernos algunas cervezas y refrescos a precio de ídem..
Ya procede dar por finalizado el paseo de hoy en el que habremos recorrido unos 10 interesantes kilómetros durante casi seis horas. El jefe de día manda tocar retirada y por idéntica vía que a la venida llegamos a las 6,10 a los Dos Roques.
Roque me presenta a su hermano Fernando, un atlético y moreno tarzan que de seguro hubiese entusiasmado a algunas de nuestras pibas (Barbara, Mary Carmen, Erlinda, Fredy etc.). Roque y Antonio, desafiando al tiempo, se bañan en la piscina natural y como también es natural que los chichas los imitáramos (faltaría plus)
Antonio se ocupa y bien del asadero y van llegando algunos amigos y familias como Toñi, Maribel, Felipe, etc., produciéndose algunos forcejeos por la consecución del apetecido condumio y los más hábiles nos pusimos al lado del fuego, acordándonos de “el que parte y reparte…” Las chuletas, bistecs, morcillas y salchichas fueron regadas con un regular vino de Tegueste y todo salió “a pedir de boca”.
A los postres aparecieron hasta helados y un magnífico ron Dominicano. Se remató la faena con una extraordinaria velada amenizada por los “tocadores” Felipe y Octavio. El primero con un amplio repertorio de canciones populares que acompañábamos los presentes con mejor o peor fortuna. El segundo cantó en solitario (a ratos le acompaño una vecina criolla que se unió a la fiesta) temas argentinos con muy buena voz, estilo y sentimiento, sorprendiéndonos muy gratamente a los “hijos de Nivaria” que desconocíamos su acertada vena artística.
En verdad salimos encantados y agradecidos por el continente y el contenido de la tarde-noche aunque algunos, poco habituados a estas lides, se nos cayeran los ojos y nuestros amigos, compadecidos se retiraron cuando apenas eran las doce.
Domingo, 5 de mayo de 2002 = Por la cabecera del Barranco de la Virgen.
Hoy caminaremos con otra de nuestras grandes amistades : Pilar. Ayer nos pusimos de acuerdo en vernos en el mirador de la Caldera de los Pinos de Galdar de 8,30 a 9,00 por lo que madrugamos un poco, desayunamos y dejamos nuestras cosas parcialmente recogidas para asegurar una pacífica salida hacia Agaete.
La subida, siguiendo indicaciones de Antonio, la hicimos por Hoya de Pineda. Buenavista, Los Silos, Tegueste, San Jose de Caideros y Juncalillo. Hicimos una parada en Lomo del Palo en cuya única venta-bar compramos algunos “chuscos” del día anterior, ante la sorpresa del adormilado ventero quien, con el cigarrillo entre los labios, nos dice “O ustedes madrugaron mucho o yo me dejé dormir”
La neblina se había aposentado del lugar y nos costó dar con el lugar de la cita, pero gracias a los “inalámbricos” llegamos al mirador a las 9 de la mañana. El lugar está cubierto por completo y era previsible que nos afectara luego la llovizna.
Aquí nos esperan Pilar, Norberto (Nina y Pinky) y Gulías. Ella ha traído el coche de su hermana y tras los afectuosos saludos seguimos en los dos vehículos hasta dejar el de ella en una curva en donde finaliza el sendero por donde saldremos más tarde. Nos subimos todos al de Germán para dejarlo algo mas adelante, en un lugar conocido como Cortijo de Crespo, en donde iniciaremos el paseo de hoy.
Lo hacemos buscando un senderillo que desciende por una atractiva ladera cubierta de hierba para luego bordear un pequeño barranco, siguiendo los pasos a nuestra anfitriona que se conoce el lugar “al dedillo” y no necesita referencias de ningún tipo. Atravesamos un paisaje encantador al que la climatología le confiere un cierto aire mágico. De los pinos y manzanos cuelgan las “barbas de capuchino” que también le dan un toque misterioso al entorno.
Salimos a la carretera por la puerta de la finca que recibe ese nombre de “Cortijo de Cueva Crespo” y cuyo propietario o medianero es amigo de Pilar. Ahora caminaremos un trecho de frente por el asfalto hasta llegar a la entrada del sendero señalado como Cortijo de Almadero. En su inicio hay un par de casas-cuevas y algo más abajo salimos a otra más vistosa que está sufriendo algunas modificaciones que no son del agrado de Pilar, una enamorada del lugar.
Proseguimos nuestro avance, rodeando la loma hacia la izquierda y pasamos un bosque de olmos en el cual se ven también algunos cerezos. Luego descendemos hacia una redondeada “llanada”, cubierta de fina hierba desde la que se puede ver una magnífica vista del barranco de La Virgen, ese que sale sobre Valsendero.
Este espacio se está repoblando con diferentes especies de laurisilva que esperamos tengan éxito pues tienen la humedad y calidad de tierra necesaria para lograrlo.
Ahora derivamos hacia la izquierda bajando por un resbaladizo sendero hasta llegar a la culata o caboco en la que, con intermitencia y a conveniencia, dejan que caiga el agua desde una considerable altura formando una cascada digna de ver. No es el caso de hoy aunque en uno de sus lados se ve descender un chorro de agua que sigue libre barranco abajo.
Aquí, aprovechando la frondosidad del lugar, hacemos una parada para comer algo para más tarde acercarnos a la pista de tierra y, a diferencia de la vez anterior que la bajamos en una de las más hermosos paseos que hiciéramos en esta Isla y al que Pilar denomina “Ruta de los castaños”, hoy vamos a subir por la misma pista que también en esta ocasión nos parece extraordinaria por discurrir entre un viejo y barbado pinar que presenta un irreal aspecto, casi fantasmagórico.
La pista concluye en la carretera en una puerta metálica con el nombre de El Pinillo. Son las 12,30 y cruzando la carretera conectamos con un precioso sendero que cruza varias prados con un sin fin de flores en los cuales nos hacemos algunas fotos. Es un soberbio espectáculo que no nos cansamos de admirar y alabar.
Desgraciadamente todo es finito y el sendero también pues nos saca al asfalto a escasos metros de donde había quedado el coche de Pilar. Son la 13,05 y nos conviene regresar a Galdar pues embarcamos esta tarde a las cuatro. Decimos con Dios a nuestros amigos, agradeciéndoles la grata compañía, sobre todo la de Pilar con el deseo y la certeza de vernos pronto en Tenerife.
Pilar lleva a Germán a por su coche y este regresa enseguida. En la vuelta Santos viaja delante conmigo, parcialmente camuflado y pronto se me queda dormido en mis brazos. Nos equivocamos y en vez de salir por Juncalillo, que es mas corto, seguimos la dirección de Galdar debiendo pasar por San Bartolomé de Fontanales
Poco mas adelante nos desvía la Guardia Civil (otro Rally?) lo cual hasta nos convino pues salimos de nuevo por Caideros y poco después de las 14 horas estábamos en Dos Roques. Una rápida recogida de bártulos logra que lleguemos a Agaete sobre las 15 horas, teniendo tiempo para comer algo en uno de sus muchos bares que aprovechan las prisas para servirte mal y caro. Da pena y mucha rabia.
Ya procede acercarnos al barco y nos despedimos del amigo Enrique que se va a quedar dos días mas. Su piba Merci llegará con su coche en el barco dentro de una hora. Que suerte tienes, baladrón. A las 4.10 sale nuestro barco y una hora mas tarde llega a Tenerife tras una “movida” travesía. Solo queda agradecer la presencia de todos en el deseo de que el viaje les haya gustado. A mi sí, como siempre; Creo que ha sido un acierto y he disfrutado plenamente haciendo aquello que me gusta rodeado de la gente que me cae bien Hasta el próximo, Dios mediante